Compañía de Blues y Fuerza del Centro

Nombre de la Agrupación: Compañía de Blues y Fuerza del Centro

Género: Blues y Rock clásico en inglés

Por Gabriela López

Por las calles del centro histórico, donde un día estuvo la gran Tenochtitlan, donde sonaban los teponaztlis y los huéhuetls, el tenue aleteo de los colibrís, donde se cantaba y se florecía en náhuatl, ahora, los sonidos son otros, se han trocado en claxons, en silbatos de tránsito, en melodías nostálgicas de organillo. Camino por Donceles y doblo en Isabel la católica hasta Cinco de mayo, escucho entonces un saxofón que me llama, unas percusiones sincronizándose con mi pecho, giro en Madero y ahí están, son La Compañía de Blues y Fuerza del Centro, lo sé, porque llevan el símbolo pegado en la batería, me río de semejante ocurrencia mientras los escucho plácidamente, tocan blues y rock, después de deleitar a los espectadores con algunas canciones, hacen un break, que yo aprovecho para platicar con ellos.

El grupo está integrado por Fernando Ramos en la batería, Fernando Ruiz en el bajo y la voz, Fernando Arias en la guitarra, cuyo padre también se dedicaba a estos menesteres, y Pablo Salas en el saxofón, quien antes tocó en Antidoping y en Magnolia Jazz Band, bandas ahora famosas. Todos tocan varios instrumentos. Llevan muchos años trabajando en las calles de la Ciudad de México, diez de los cuales lo han hecho en el centro histórico. Han cambiado de integrantes en diversas ocasiones. Los actuales llevan 5 años trabajando juntos. Son músicos de academia, comenzaron tocando en eventos sociales y bares, después la vida y la necesidad económica los llevo a las calles.

El motivo específico de estar tocando en las calles, dice Fernando fue debido a la corrupción del Sindicato de Músicos (Sindicato Único de Trabajadores de la Música), quien vendió contratos colectivos, dejando a la mayoría de los músicos literalmente en las calles, pero hoy en día esa injusticia se transformó en gusto. Ahora disfrutan tocar en las calles y vivir de eso. Se manejan en horarios específicos ya que hay mucha gente que se sustenta de la misma forma. Cuentan con un permiso por parte de la Secretaria de Trabajo de la Ciudad de México, sin embargo, el problema que siempre se les presenta, es el de la continua extorsión de las autoridades locales, de los polis que siempre intentan –según comentan- obtener una “mochada” e incluso con otros colegas músicos o artistas de la calle, debido a cuestiones de lugar o audiencia.

Dedican tiempo completo a su profesión, teniendo después de sus presentaciones en las calles ensayos y montajes de nuevos repertorios. Quieren “mantenerse al día” por la competencia. La población ha crecido y con ella, el nivel que los escuchas exigen a los músicos, por eso es que “no podemos perder el paso, realizando otras actividades, que estén fuera nuestra profesión” -comenta Fernando-. La gente los escucha con atención, algunos corean sus rolas y otros se mueven al ritmo de la música. Generaciones van y vienen, el centro histórico parece no cambiar y al mismo tiempo todos los días es diferente. Me alejo del lugar tarareando una canción, las personas pasan, creo ver un colibrí por el aire, debe haber sido mi imaginación.

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