Crónicas Milongueras: Eduardo

Eduardo

Atolondrado y nervioso, Eduardo trata de seguir la música, camina a tiempo y sin embargo le cuesta bailar bien. Es un hombre maduro, tiene cincuenta y tres años, es alto, delgado, medio calvo, viste con cierta clase y se expresa propiamente.

Al principio sólo iba a las milongas a ver, después de un tiempo se animó a aprender. Lo hizo en Xola, desde entonces todos los sábados está ahí, se siente en casa, por eso dice que no va a otros lugares. Dice que caminar milongueramente es muy complicado y que además es todo un arte, que hay que seguir los sonidos paso a paso, como si estuviéramos acechando nota por nota. El tango llena una parte hueca de su vida, una parte que no sabía que tenía. Para él, el abrazo debe ser muy sentido, de amigos y al mismo tiempo pasional, acorde al sentimiento del tango, que es en esencia entrega.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *