Crónicas milongueras: Silvia

Silvia

Por

Gabriela Bautista

Eric Rodríguez

Silvia tiene cincuenta y seis años, lacio pelo negro a los hombros, un tanto descuidado, seria y risueña a la vez.

Cuando baila cierra los ojos y se concentra al máximo, para ella el abrazo lo es todo, en el, señala, “se crea un circuito de energía que nos comunica con el otro”. Escucha tango desde los catorce años, sin embargo, comenzó a bailarlo después de los cuarenta, cuando se enteró que en el parque General San Martín, mejor conocido como parque México, daban clases.

Ahí, entre bambús y otras plantas exóticas, aprendió la danza del dos por cuatro. Tuvo que hacer muchos trámites para gestionar el permiso y así poder abrir su propia milonga. Su sueño era tener un espacio donde la gente pudiera bailar gratuitamente, donde conviviera sin mayor formalidad. Silvia también vende zapatos tangueros, eso le sirve para ayudarse. Mientras baila, también lo hace el viento en los árboles, se mueven las ramas, suave, rítmicamente.

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