DON MIGUEL Y LOS LIBROS

Ángeles González Gamio

El siglo pasado fue pleno en hombres y mujeres notables, que en medio de las peores circunstancias, defendieron los ideales mas preciados de la Patria, a veces a costa de su vida. Seres de pensamiento universal, apoyaron la causa de la libertad, la democracia y la justicia, creando leyes e instituciones que las más de las veces eran de vida efímera. Uno de estos hombres fue don Miguel Lerdo de Tejada, promotor de las Leyes de Reforma, figuró desde muy joven en la política como liberal.

A lo largo de su vida desempeñó importantes cargos públicos: fue presidente del Ayuntamiento de la Ciudad de México en 1852, Ministro de Hacienda con don Ignacio Comonfort y Benito Juárez; promulgó la Ley Lerdo, por la cual la poderosa iglesia fue despojada de sus múltiples inmuebles. Una pequeña muestra: el convento de Santa Clara -cuya iglesia se conserva en la calle de Tacuba como sede de la Biblioteca del Congreso- tenia a la expedición de la ley mencionada: 12 monjas que hacían dulces y ¡44! casas de renta, además de obras de arte, joyas espléndidas que adornaban las imágenes, plata magnífica, etcétera. Cuando el Plan de Tacubaya, al ocupar la capital los conservadores, tras buscar refugio en la Legación norteamericana, don Miguel logró reunirse en Veracruz con don Benito Juárez. Tomó parte activa en la Guerra de Reforma y tuvo diversos conflictos, entre otros con Ocampo, por su política financiera y diplomática.

Paradójicamente en una antigua iglesia, se aloja actualmente la biblioteca de la Secretaria de Hacienda y Crédito Publico, que lleva el nombre de “Miguel Lerdo de Tejada”. Fue otro hombre culto, el bachiller don Antonio Calderón, quien fundó en 1657, en la Nueva España, la Congregación de San Felipe, llamada también de los “oratorianos”, cuya finalidad era la labor hospitalaria. Se levantó un templo que padeció diversos percances, entre otros un fuerte temblor que lo daño severamente, por lo que se erigió uno nuevo en el mismo lugar, bajo la dirección de Ildefonso Iniestra Bejarano, magnífico arquitecto del barroco quien hizo una soberbia portada, inspirado en la del Sagrario Metropolitano de la Catedral, obra del excelso Lorenzo Rodríguez. Esta construcción quedó inacabada, pues coincido con la salida de los jesuitas del país, lo que dió oportunidad a los felipenses de instalarse a todo lujo en el convento de la Profesa.

Al poco tiempo la edificación abandonada fue ocupada por el Teatro Arbeu, que cubrió la bella fachada, para aprovechar el amplio espacio que hay hasta la banqueta. Así funcionó muchos años, para quedar nuevamente en la incuría, hasta que el gobierno la restauró, sacando a la luz nuevamente el soberbio frontispicio para instalar en 1970 la biblioteca mencionada, que fue fundada en 1928 bajo la presidencia de Calles, con el fin de estimular el estudio de los problemas económicos.

Actualmente el recinto posee más de trescientos mil volúmnes en ciencias sociales, humanidades y publicaciones periódicas. Sus colecciones bibliográficas de economía e historia y la riqueza de su hemeroteca, la han convertido en una importante fuente de consulta para los investigadores. Destacan las colecciones de revistas y periódicos del siglo XIX, tales como “El Ahuizote”, “El hijo del Ahuizote”, “El Monitor Republicano”, “El Imparcial” y “El Siglo XIX”, que nos permiten revivir sabrosamente, la vida de esa centuría crucial en nuestra historia.

También destaca el “Fondo Reservado” con cerca de 20 mil obras de los siglos XVI al XIX, entre las que hay verdaderas joyas editoriales; A esto se aúna la modernidad con una colección de “discos compactos”, que incluyen información nacional e internacional, principalmente sobre temas económicos. Estas maravillas se consultan en lo que fue la nave principal del fastuoso templo, que ahora esta recubierta de pinturas coloridas del artista de origen ruso Vlady Kibalich.

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