EL REY DE LOS CIELOS

El Águila Real

Ángeles González Gamio

Vuela hacía el sol con las alas extendidas, veloz y majestuosa, su plumaje castaño oscuro con matices rojizos cubre el cuerpo poderoso; la cabeza y nuca lucen plumas lanceoladas de tonos dorados y la cola, ligeramente más clara que el cuerpo, posee plumas largas y anchas con una pequeña mancha blanquecina. Es la imagen de la armonía, la fuerza y la belleza, no en balde ha simbolizado dioses.

Su mirada fija, penetrante, que todo lo ve, entre los mayas representaba la inteligencia, contemplación, agudeza y penetración; era una epifania solar.

En el imperio mexica fue Huitzilopochtli, el dios de dioses, el sol, el guerrero por excelencia. Todos los días tenía que luchar contra sus hermanos, los poderes de la noche, representados por las estrellas “los centzonmimixcoa y centzon huitznahuac”, y por los “tzitzime”, los planetas, y al frente de todos ellos: la luna, la combativa “Coyolxauhqui”.

Si el astro solar no vencía en esta lucha diaria los poderes nocturnos se apoderarían del mundo. Al desaparecer el Sol, las estrellas y los planetas descenderían a la tierra y se convertirían en fieras espantables que devorarían a los hombres y se acabaría el mundo. Por esa razón tenían que alimentarlo con corazones humanos para que tuviera la fuerza y emprender cada noche la descomunal batalla.

Esta guerra de vida o muerte no era solo de dos fuerzas cósmicas por dominar el mundo, había un fondo ético: era un combate entre las fuerzas oscuras del mal y las luminosas fuerzas del bien representadas por el Sol.

La aparición de la majestuosa ave rapaz posada sobre un nopal, fue el signo que les había señalado para fundar su ciudad: “De verdad os iré conduciendo a donde habreís de ir, apareceré como águila blanca; por donde hayáis de ir, os iré voceando; id viéndome nomás; y cuando llegue allí donde me parezca bien que vostros vayáis asentáros, allí posaré, ya no volaré; de modo que luego allí haced mi adoratorio, mi casa…y allí la gente hará casa, os asentaréis..”

A pesar de la cultura invasiva que trajo la conquista, en el escudo nacional, símbolo fundamental de identidad, aparece como figura central la majestuosa imagen del águila posada sobre el nopal devorando una serpiente. Siempre vivo el origen mítico de la creación de la Ciudad de México encarnado en el soberbio rey de los cielos: El Aguíla Real Mexicana

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