Un día cualquiera en cuarentena.

Alan Ivan Zenteno Rodríguez

Son las siete de la mañana, la verdad no se qué día va de la cuarentena, para mí, ya van más de mil, despertar y no escuchar el habitual ruido de los niños corriendo por la avenida para llegar a la escuela, o los clásicos claxonazos de los carros queriendo ganar el paso para llegar puntualmente a sus trabajos, es extraño de verdad, me asomo por la ventana y no veo a nadie, solo al bici-taxista que espera encontrar a alguien despistado, que requiera sus servicios, porque es su única fuente de ingresos, pero la calle es desierta, ésta soledad solo se llega a ver en un día festivo.

Salí de la cama y prendí el televisor y lo primero que encontré fue un comercial donde decía, ¡Quédate en casa!, estamos en semáforo naranja y ¡lava tus manos con mucha frecuencia!. Por lo que me dispuse a lavarme las manos para seguir el consejo, ya que con el tiempo que llevamos en contingencia se va haciendo costumbre y hábito el tener mayor higiene, de pronto, mi mamá me llamó y me dijo que tendría que ir al mercado, ya que ella vende comida casera y aunque quisiéramos estar resguardados al cien por ciento, no teníamos prevista esta cuarentena y no teníamos los recursos para realizarla, anotó en una libreta pequeña, arranco la hoja y me dio la lista de productos. La tome y cuando la revise, note que había menos artículos de lo habitual, le pregunte el porqué y me respondió, casi nadie se acerca a comprar por el miedo de salir y poder contagiarse, y dijo debemos resguardarnos, pero también sobrevivir a la pandemia económica.

Decidí agarrar mis guantes, cubrebocas y gel antibacterial, y me dispuse a salir, tomando las medidas necesarias, caminé por las calles de mi colonia, no encontrando a muchos vecinos en mi trayecto, llegando al mercado muy al contrario de las calles, estaba lleno de gente, y mucha de esta andaba sin protección, a pesar de ser una obligación por el derecho a la salud de los demás, y saludándose de manera normal. Parece que allí nadie sabe que los contagios cada día son más y que el número de muertos está aumentando de manera mundial, escuche a unos vendedores diciendo uno al otro “salúdame no tengo roña, esto del coronavirus es pura mentira, con lo cual me asuste, porque pensé no se protegen y si tienen el virus lo andan esparciendo entre la gente, ya que el coronavirus en algunas personas es asintomático.

Caminé, llegué, compré lo más rápido posible, tomando mi sana distancia, salí del mercado y regrese a casa. Antes de poner todo en la alacena lo desinfecte con cloro y jabón. Nos dispusimos a preparar la comida con mucha limpieza, y esperamos a los clientes como todos días, no sé vendió mucho, pero siempre hay gente que le gusta apoyar al comercio local y este día nos favorecieron. La verdad, no sé cuándo acabará esto, lo que sí sé, es que debemos estar resguardados y respetar las medidas necesarias, para que podamos regresar a la nueva normalidad, si yo me guardo bajan los contagios y mis vecinos podrán regresar a trabajar, y ellos podrán comprarnos nuevamente, esto ayudará hacer una cadena de favores, en la cual todos nos podamos apoyar y salir de esto.

Yo por eso prefiero QUEDARME EN CASA.

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